A la hora de estar escribiendo una historia (no importa si se planifica a detalle o no), hay un punto importante a tomar en cuenta: la línea de los acontecimientos.
Supongamos que inicias la historia en el año 2000. Y que un acontecimiento importante ocurrido "cinco años atrás" desencadena prácticamente toda tu trama. Ahora bien, "cinco años atrás" equivale a 1995, el cual no debes olvidar si por casualidad quieres citarlo más adelante.
Ahora bien, lo anterior es un ejemplo en apariencia simple, ¿no es así? Bueno, en realidad sí lo es, pero hay gente que aún así, olvida hasta las fechas y los acontecimientos más destacados en la historia que quieren hacer, lo que llega a causar incongruencias difíciles de subsanar más adelante.
La cronología de una historia puede que, a simple vista, sea insignificante. Hay obras en las cuales la fecha en que se vive nunca es dicha de manera explícita. Sin embargo, la mayoría de las novelas que leemos nos ubican en una fecha, aunque sea de manera indirecta, para no "perdernos". Así pues, ¿qué tan necesaria es una cronología precisa?
Por otro lado, quizá a la hora de escribir recuerdes una fecha, un suceso, solamente por el gusto de ponerlo en tu historia. El cumpleaños de un ser querido. La fecha de tu primer empleo. Cuando conociste a tu primer novio. Una fecha así, al incorporarla a un relato, la puedes transformar en lo que quieras. Pero cuidado, con ellas pasa lo mismo que con tu "acontecimiento importante". No debes olvidarlas. Si llegaras a hacerlo y conforme avanzas tu escrito, quieres usarla de nuevo, al tener la historia completa verás la incongruencia y querrás darte un tiro (metafóricamente, claro).
Otro punto a destacar, si es que quieres establecer una cronología, es la época de tu historia. Cuando te ambientas en el "hoy", no es tan difícil. ¿Qué cosa más fácil es escribir sobre los años que tú mismo has vivido? También es relativamente sencillo pensar en años futuros, ya sea cercanos o lejanos, porque puedes crear los avances sociales y tecnológicos que quieras, ya que nunca se sabe qué va a pasar en un año, una década e incluso en un siglo. Así pues, cuando debes tener mucho cuidado es cuando la época de tu escrito está en el pasado, sobre todo en años en los cuales ni siquiera tus abuelos habían nacido (por poner un ejemplo). Si es un universo paralelo, o una aventura fantástica, quizá no importe, pero si llegas a plasmar un anacronismo (que según el Diccionario de la Real Academia Española, es «Error que consiste en suponer acaecido un hecho antes o después del tiempo en que sucedió, y, por extensión, incongruencia que resulta de presentar algo como propio de una época a la que no corresponde.»), puede que no todos se lo tomen bien.
En conclusión, no menosprecies al tiempo cuando desarrolles una historia. Nunca sabes las jugadas que puedes hacer con él... o las trastadas que puede hacerle a tu obra si no lo sabes manejar.
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