Imparcialidad al reseñar

La gente que da su opinión sobre lo que ha leído casi siempre da a los demás su sentimiento más dominante: amó la obra en turno o la odió.

Creo que no me equivoco si digo, tanto en nombre propio como en el de mis compañeros en Cueva del Escritor, que lo que intentamos cada que nos lanzamos a hacer una reseña es dar a conocer a la gente lo que nos causó la historia, tanto las cosas buenas como las malas, para dejar a juicio del lector si se anima a leer ese libro o no.

Creo que, la mayoría de las veces, la gente se topa con reseñas que se colocan en uno de los extremos del gusto. Y con las herramientas electrónicas a nuestra disposición, no son pocas. Así las cosas, los lectores potenciales de las diversas novelas en el mercado están a merced de miles de opiniones, sin saber cuál es la correcta.

Por lo tanto, la pregunta no es cuáles son las reseñas correctas de X libro, si las positivas o las negativas. La pregunta, quizá, debería ser qué tan objetiva es la reseña que tienes enfrente.

¿Es correcta una reseña que se dedica a destrozar una obra sin misericordia? ¿Está bien alabar una novela hasta rozar la exageración? Es difícil decirlo. Alegar lo que debe llevar una reseña sería irresponsable de mi parte. Además, no es la idea. Lo que sí puedo asegurarles es que cada lector en el mundo que se tope con una reseña suya va a agradecer que les digan de la forma más real que puedan.

¿Lo que acabo de decir suena a locura? ¿A tontería? ¿A cosa imposible? Tal vez. Pero nada se pierde intentándolo de vez en cuando.