Título: El perro
Autor: Alberto Vázquez-Figueroa.
Año de publicación: 1989
Sinopsis: En un penal de la Ámerica Central, un preso político y un perro se observan como fascinados el uno con el otro. Cuando se evade el preso, tras herir mortalmente al guardián, el animal, condicionado por su amo antes de morir, se lanza en persecución del homicida. Los dos adversarios se enfrentarán en una lucha atroz, hostigante, incansable, y a medida que transcurren las semanas, se establece entre ellos una extraña complicidad, hecha de sentimientos tan opuestos como el odio y la estima.
En «El perro», un relato del escritor español Alberto Vázquez-Figueroa, se nos narra la historia de la odisea a la que se ve enfrentado un preso político de algún país de Centroamérica al escapar de la prisión en la que estaba: debido a su escape, un guardia y su perro salen en su búsqueda para cobrar la cuantiosa recompensa y, luego de apresarlo, éste logra herir de muerte al guardia y escapar del perro (creyendo que lo ha dejado muerto); no obstante, como última a orden a este perro entrenado para obedecer y no más, su amo le dice que debe encontrarlo y matarlo. Así se inicia una escape Arístides Ungría, como se llama el preso, hacia una libertad que tanto ha soñado durante los últimos cinco años.
Hay algo sumamente interesante en esta historia: la relación que se forma entre el Perro (como se llama el perro del guardían) y Arístides; una especie de síndrome de estocolmo que va intercambiando los papeles en momentos específicos de la historia. Es decir, el perseguido (Arístides) y el perseguidor (el Perro) forman una extraña relación debido a la persecución, a tal punto que durante más de un día caminan a la par, sólo separados por un río; Arístides sabiendo que si cruza lo mata, el Perro sabiendo que si comienza a perseguirlo por el agua él podrá vencerle. Esta relación se potencia por el hecho de que se narra desde la perspectiva del perro en algunos capítulos también; así es como podemos entender que el Perro está consciente de que si «el Humano obtiene alguna de sus armas» él estará acabado, puesto que no podrá matarlo.
—Maté a un perro —dijo casi sin darse cuenta.
Los cuatreros lo observaron con extrañeza.
—¿Un perro?
—Era una animal extraño. Más humano que la mayoría de la gente.
—Yo tuve un caballo así —admitió el viejo—. Podía hablar con él mejor que con cualquiera de esos tres —hizo una pausa—. Y entendía más de vacas, se lo juro.
—¿Qué fue de él?
—Se volvió loco de pensar tanto —guiño su ojo blanco—. Un día se lanzó de cabeza a un barranco, y tuve el tiempo justo de agarrarme de una mata —meditó unos instantes—. Nunca se debe exigir a una bestia más de lo que le da el cerebro. Ni a los humanos tampoco.
Esta personificación del perro potencia las ideas que, luego, uno podría tener al analizarlo desde la posibilidad que el Perro no sea más que la consciencia en forma de ese animal de Arístides por haber matado al guardia (porque, como él confiesa, no había matado a nadie antes). Se crea entre estos dos personajes una conexión tal que pueden presentir cuando están cerca el uno del otro: Arístides admira la inteligencia, valentía y lealtad del Perro, mientras éste valora esa sensación de amigo, de persona indefensa en Arístides (aunque siempre considere que es sólo una confusión, porque tiene la idea de que adonde Arístides va, hay sangre).
Otro aspecto importante del relato es el cansancio que se muestra en nuestro preso político, que después de haber luchado por dos años a su dictador, Abigail Anaya, no logró más que comprarse un pasaje a un campo de concentración debido a que uno de sus amigos lo delató. Es por esto que cuando se escapa, y se ve libre de nuevo, el único deseo del que puede estar consciente su mente es de irse a un país donde no corra peligro y pueda salvaguardarse por un tiempo de aquellos horrores. Esto extraña a su amigo, cuando llega a la capital, y él le responde que sus ideas son sólo escapar y sentirse libre y seguro, y luego ver si puede organizar algo desde afuera. Resalto lo anterior por el cansancio que muchas de las personas que se vieron sometidas (y se ven sometidas) a esta clase de regímenes deben sentir (créanme).
Paulatinamente, sin él mismo darse cuenta, había comenzado a desarrollar una conciencia política cuyos gérmenes, quizás, habían dormido siempre en lo más profundo de su alma. La injusticia y la arbitrariedad de un hombre que cada cinco años se reelegía a sí mismo para gobernar el país por el sencillo método de declarar fuera de la ley a la oposición y encarcelar o asesinar a sus enemigos, socavó su indiferencia; sacudió su apatía; sacó a flote principios que permanecían enquistados.
—Si todos permanecemos callados; si consentimos que haga lo que le da la gana, acabará esclavizándonos —dijo.
—Pero ¿no comprendes que resulta inútil luchar contra eso? —había respondido ella—. Nuestros países están condenados históricamente, ¡racialmente!, a soportar a esa clase de tiranos. Son como una dolencia crónica; una gripe, unas fiebres intestinales. Nada se consigue con cambiar a un Anaya, un Trujillo, un Somoza o un Pérez Jiménez. Hay que cambiar la psicología toda del pueblo, nuestra increíble capacidad de ser injustos y de permitir que sean injustos con nosotros. Es una batalla perdida.
—Bien —admitió—. Digamos que quiero empezar a cambiar esa capacidad de que sean injustos conmigo. Quiero que cada cinco años me den la oportunidad de remplazar a los que me gobiernan si no lo están haciendo bien. Quiero ejercer algún derecho, ya que son tantas mi obligaciones.
—No es ésa una teoría política muy brillante.
—Esto de acuerdo, pero es más de lo que he tenido hasta ahora.
Sin duda alguna, «El perro», es un relato por más interesante. De lectura fluida y sencillez atrapante que te hará terminarlo en poco tiempo.
Sobre el autor
Alberto Vázquez-Figueroa Rial (Santa Cruz de Tenerife, Canarias, 11 de octubre de 1936) es un novelista, periodista e inventor español, autor de más de ochenta libros publicados. Antiguo corresponsal de La Vanguardia y de Televisión Española, es uno de los autores contemporáneos más leídos en España y en el mundo. Propietario de la empresa Desalinizadora A.V.F. S.L. encargada de gestionar la desalación por presión, método inventado por él mismo.
(Tomado de Wikipedia)
Me encantan los animales pero no se por qué las películas y libros, en los que estos tienen un papel protagonista, no me gustan. ;)
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