Título: Un viejo que leía novelas de amor
Autor: Luis Sepúlveda
Año de publicación: 1989
Sinopsis: Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jíbaros), y con ellos aprendió a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a los animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un buen día decidió leer con pasión las novelas de amor -«del verdadero, del que hace sufrir»- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un poco de la fanfarrona estupidez de esos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida porque le han matado las crías. (Reseña editorial)
El dentista Rubicundo Loachamín visita el Idilio dos veces por año para limpiar las dentaduras podridas de los habitantes, en cada visita también le llevaba libros al viejo Antonio José Bolívar Proaño, quien vive ahí desde que el gobierno decidió "colonizar" la zona. Podríamos decir que su única conexión con el resto de la civilización son las novelas de amor que lee para amortiguar su soledad.
Pero la tranquilidad del viejo se ve amenazada por unos gringos que matan las crías de un tigrillo, animal inteligente que hace de su cacería un verdadero reto para Antonio José Bolívar, pero la posibilidad de sacarse de encima al alcalde, quien lo acosa continuamente, le hacen ir tras el animal. Mientras se interna en la selva amazónica va recordando pasajes de su vida, aquellos sucesos que le llevaron hasta ahí; compara su vida en la civilización con la de los shuar; y maldice a los gringos y su codicia.
Encontramos personajes de todo tipo; desde el Antonio José Bolívar, el protagonista, tan calmado que se ve y sentido común a toda prueba, hasta la Babosa, como conocen al alcalde, un hombre inescrupoloso y tosco. Una historia bien hilada, llena de raccontos, con un lenguaje simple y directo, que a veces logra sacar una sonrisa. La narración es ágil y logra envolver al lector en pocas páginas, llevandonos de la mano por la selva amazónica, sus peligros y bellezas.
En pocas páginas, el autor logra una buena novela, realista, divertida. El libro cuenta con poco más de 130 ó 140 páginas; no es muy largo y, como dije, una narración ágil, que ayuda a la rápida lectura del texto.
Estudió en el Instituto Nacional y más tarde en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, de donde se tituló como director.
Desde muy joven recorrió el mundo, de un lugar a otro, lo que usaba como material para sus cuentos y novelas. A sus 64 años cuenta entre sus distinciones el Premio Tigre Juan (1988), Premio France Culture Etrangêre (1992) y Premio Relais H d'Roman de Evasion (1992), los tres por «Un viejo que leía novelas de amor», su novela más destacada.
Desde 1997 a la fecha, recide en Gijón, España.
Autor: Luis Sepúlveda
Año de publicación: 1989
Sinopsis: Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jíbaros), y con ellos aprendió a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a los animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un buen día decidió leer con pasión las novelas de amor -«del verdadero, del que hace sufrir»- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un poco de la fanfarrona estupidez de esos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida porque le han matado las crías. (Reseña editorial)
El dentista Rubicundo Loachamín visita el Idilio dos veces por año para limpiar las dentaduras podridas de los habitantes, en cada visita también le llevaba libros al viejo Antonio José Bolívar Proaño, quien vive ahí desde que el gobierno decidió "colonizar" la zona. Podríamos decir que su única conexión con el resto de la civilización son las novelas de amor que lee para amortiguar su soledad.
Pero la tranquilidad del viejo se ve amenazada por unos gringos que matan las crías de un tigrillo, animal inteligente que hace de su cacería un verdadero reto para Antonio José Bolívar, pero la posibilidad de sacarse de encima al alcalde, quien lo acosa continuamente, le hacen ir tras el animal. Mientras se interna en la selva amazónica va recordando pasajes de su vida, aquellos sucesos que le llevaron hasta ahí; compara su vida en la civilización con la de los shuar; y maldice a los gringos y su codicia.
Encontramos personajes de todo tipo; desde el Antonio José Bolívar, el protagonista, tan calmado que se ve y sentido común a toda prueba, hasta la Babosa, como conocen al alcalde, un hombre inescrupoloso y tosco. Una historia bien hilada, llena de raccontos, con un lenguaje simple y directo, que a veces logra sacar una sonrisa. La narración es ágil y logra envolver al lector en pocas páginas, llevandonos de la mano por la selva amazónica, sus peligros y bellezas.
En pocas páginas, el autor logra una buena novela, realista, divertida. El libro cuenta con poco más de 130 ó 140 páginas; no es muy largo y, como dije, una narración ágil, que ayuda a la rápida lectura del texto.
Sobre el autor
Luis Sepúlveda (Ovalle, 1949) es un escritor, cineasta y periodista chileno.Estudió en el Instituto Nacional y más tarde en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, de donde se tituló como director.
Desde muy joven recorrió el mundo, de un lugar a otro, lo que usaba como material para sus cuentos y novelas. A sus 64 años cuenta entre sus distinciones el Premio Tigre Juan (1988), Premio France Culture Etrangêre (1992) y Premio Relais H d'Roman de Evasion (1992), los tres por «Un viejo que leía novelas de amor», su novela más destacada.
Desde 1997 a la fecha, recide en Gijón, España.
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