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9 mar 2014

El amor que nos están vendiendo

Hace poco me encontré con un libro que se calificaba como una apasionante historia de amor entre dos chicos que en realidad tenía una violación en el capítulo cinco. Me pareció denigrante. Esa no es una historia de amor. Me quedé congelada cuando la mitad de las reseñas la halagaban y decían que habían disfrutado el amor de sus protagonistas. ¡Eso no era amor! Uno simplemente abusaba del otro mientras el otro lo aceptaba en silencio. Me dio asco pensar que ese es el amor que se está vendiendo.


Pero no hay que irnos a novelas eróticas. No. Simplemente tenemos que voltear a la literatura juvenil que se está vendiendo. En Crepúsculo, el protagonista es un celoso crónico que intenta controlar todo lo que hace Bella y esta no dice nada, lo deja hacer. Según esto, todo es para que ella esté segura. Con el protagonista de Hush Hush, libro que ni siquiera me molesté en acabar, me pasó lo mismo. Todos los libros plagados de chicos malos que cambian por la chica y dejan de salir con la zorra de turno —juzgada así, casualmente, por la protagonista, que es una santa—me hacen querer decirle a la autora —en el mayor de los casos—, que se olvide de sus fantasías y plasme relaciones reales.

En la vida real los chicos malos no cambian al conocer a la chica tímida, en vez de eso la molestan. Y si llega a pasar, pasa muy pocas veces. En la vida real no todas las chicas que no son las protagonistas de su historia son zorras. En la vida real una chica debería poder defenderse por sí misma y no dejar que nadie le diga que amigos puede hacer y a dónde puede ir. ¡Despierten! Muchas relaciones plasmadas en la literatura juvenil no son reales, son enfermizas, pura masturbación mental.

Me da miedo —sí, miedo—, pensar que esa es la imagen del amor que se les está vendiendo a las adolescentes, sobre todo a aquellas que apenas empiezan a experimentar esos sentimientos, a los trece, catorce años.  A esas chicas que desean a su propio Christian Grey… a los quince. ¿Qué demonios está pasando? ¡Valórense a sí mismas! Y los chicos también deberían hacerlo —sin embargo, fuera de la homoerótica, el fenómeno no ocurre para ellos… por suerte—. Despierten y dense cuenta de que lo que les están vendiendo es una mentira: que si un chico las quiere las querrá como son y no intentará hacer que cambien sus hábitos y amistades. Que si ustedes lo quieren, no lo obligarán a cambiar.

No busquen a su propio Edward Cullen, a su propio Patch, a su propio Christian Grey. Busquen a quien las valore. Los chicos perfectos no existen, eso es la ficción y nosotros vivimos en la realidad: aquí la masturbación mental no sirve.

Y sobre todo:

Díganle NO a las relaciones enfermizas, a quienes insistan que algo con violaciones de por medio es llamado amor, a los celos enfermizos y obsesivos.

Lo que algunos libros juveniles actuales nos están vendiendo NO es verdad. Y porque si ese es el amor que se atreven a decirnos que merecemos y que debemos esperar lo mejor que podemos hacer es cerrar el libro y no volverlo a abrir jamás.

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